sábado, 9 de octubre de 2010

Mate

Me quemé la lengua con mi primer mate. Con el paso de los días, la huella que la bombilla había dejado en mi lengua se fue quitando y me acostumbré a su sabor y su temperatura. Justo antes de que rompa a hervir el agua. Dulce, no amargo. Aún no.

Sin embargo, pasan los días y no cicatriza la huella de mi primer contacto con Ciudad de los Niños. Pobreza y miseria. Mucha miseria. Algo que vemos en la televisión de cuando en cuando, que uno sabe que existe pero no lo siente. Ni lo huele ni lo toca. Tanta que se te encoge el alma. Pobreza y miseria que no son cosa de aquí, que la hay en todas partes. Y si uno compara, estos al menos tienen un techo donde dormir.

Milagros tiene 42 años, esta embarazada por séptima vez. Séptima vez. El último chico que tuvo murió a los 4 días de nacer. Está preocupada por el que viene. El mayor, 22. El más chico, 7. A primera hora de la mañana fuimos a buscarla a su casa. Aquí no hay llamadas a los pacientes ni los pacientes llaman. Se va a su casa y se les invita a venir. El  barrio está lleno de perros y da un poco de miedo callejear entre manzanas y lotes (que es como llaman a las pequeñas casitas construídas) en busca de cualquiera. Sin embargo, Pao (de Paola), la trabajadora social, aún generando demasiado contraste con ese escenario de perros sueltos y pollos famélicos con su pelo rubio y su cara dulce, se mueve con tranquilidad. La gente la va saludando. Hay muchos que le están agradecidos. Otros no tanto.

Vamos por la calle con la bata, para que no haya confusiones. Aún así, los silbidos y los piropos, no muy lindos (que dicen aquí)  nos acompañan. Hay demasiados desocupados dentro del barrio. Chicos jóvenes. Las chicas tienen la ocupación de cargar con el bombo, es raro ver a una chica joven y que no esté embarazada o que no la sigan un par de niños y lleve otro en el brazo, colgado de la teta. La lactancia materna, aunque se promociona (haremos un taller informativo la próxima semana), sale sola. Es la opción barata.

La casa de Milagros es de las que no se ven muy cuidadas y la manada de niños merodean a su alrededor. Y digo merodean porque se les ve perdidos sentados donde pueden y con la mirada inatenta. Sin jugar. Sin ser niños. Como dejando el tiempo correr. Le explicamos a Milagros la necesidad de verla en el dispensario para charlar. Sonríe. Poniendo en evidencia el mal estado de sus dientes. Y acepta sin problema.

De vuelta al centro, me fijo en que es llamativa la diferencia, a parte del todo, dentro del propio barrio, el aspecto de las casas.
Hace 5 años se inauguró el barrio. Esta gente vivía en chabolas en otro lugar cercano pero sufrían inundaciones cada vez que llovía. Se construyó Ciudad de los Niños y se le ofreció a cada familia una casita de una sola planta con dos habitaciones de 3x3, una cocina y un baño junto con un terrenito circundando la casa. Todos partieron de lo mismo pero, cinco años después, no todos tienen lo mismo. Hay casas muy bonitas, con su césped y su jardín, su verja de entrada, lleno de color y muy bien cuidadas. No son la mayoría. La mayoría tiene el terreno seco y las paredes sucias. Con montones de chatarra y perros. Perros, sus chinches y sus parásitos.

Puntual, Milagros nos busca. Le vamos a dar una charla de anticoncepción para plantearle la posibilidad de hacerse la ligadura de trompas el día del parto. Aquí no andan perdiendo el tiempo. Según nace el niño, la operan y al día siguiente a su casa. Nada de 3 ni cinco días. No hay plata. El puerperio inmediato lo lleva el médico del dispensario y la propia puérpera.
Sacamos el material y le explicamos. Paso por paso. Se ofrecen cuatro opciones financiadas por el gobierno: Inyección de medroxiprogesterona, pastillas, preservativo y ligadura de trompas. Para lo último, tiene que tener tres informes: el de la trabajadora social, el del médico y el de la psicóloga. Milagros atiende sonriente. Lo tiene claro. Ella dice que lo ha visto en la televisión y que ha hecho porque sus chicos se informen.

Es analfabeta, seis de los ocho en su casa lo son. Sus chicos mayores no estudiaron, sólo lo han hecho los dos más pequeños. Su marido y ella no están casados. Soy concubina, dice con una sonrisa medio de vergüenza, medio orgullosa de aún sin estar casada serle fiel a su compañero. Él es el que aporta dinero a la casa. Mensualmente gana 150 pesos (30 euros) que alcanzan hasta 200 con los 50 de ayuda que le da el gobierno. Con eso viven ocho personas. Más el bebito que vendrá.
Entiende que no puede tener más hijos. No quiere tener más hijos. Con éste último tiene bastante miedo. Sin dudarlo, decide hacerse la ligadura. Papeles rellenos. Tarea hecha.

Tomamos mate. Casi continuamente. Y entro con Mónica a echarle un cable con los niños, es martes y les toca a ellos. Esos niños aún son niños. Ninguno pasa del año. Sus madres no pasan de los 16. De hecho, si alguna tiene 18 ya se hace raro. Como si fuera mayor.

Las patologías son las mismas. El abordaje distinto. Por conceptos y por medios. Lo uno lleva a lo otro y lo otro lleva a lo uno. Todos tienen mocos y se ríen si juegas con ellos. Son niños. No saben. Aún no han visto lo que les espera fuera.

Hoy me cuesta acabar la entrada. Demasiadas cosas nuevas. Demasiadas diferencias. Y es el mate la banda sonora. La compañía constante. La que le pone sabor a lo que se ve y se toca. Amargo. Dulce. Mate para todo.

7 comentarios:

  1. Qué difícil debe de ser, y aún asi estoy segura que estás feliz de estar ahí. Te envidio en parte, porque lo que vas a aprender en esta etapa no te lo va a enseñar ningún libro. Afortunadamente existís los comunitarios que os atrevéis a ir más allá de los problemas, nimios en muchas ocasiones, de nuestra vida acomodada a la que estamos acostumbrados, sólo por haber nacido aqui y no allí. Ojalá me toque hacer lo mismo algún dia, mientras tanto mantennos con los ojos abiertos, me ha encantado la entrada de hoy. Mucha fuerza y mucho ánimo¡¡

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  2. Me alegro de que te haya gustado. La verdad es que llevaba días queriendo sentarme a escribir pero se me amontonaba todo. Es dificil ver esto y no sentirte extraño. Un beso grande y gracias por los ánimos!

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  3. Hasta ahora no había encontrado el momento de leerte...pero ya no me pierdo un capítulo! Echaba de menos lo que me transmiten tus venturas y desventuras; esa capacidad de transcribir lo que te van dictando tus sentidos.

    Yo creo q estás siendo muy valiente y q lo estás haciendo muy bien! Envidia sana.
    Que no te obnubilen los momentos más duros. Que el mate era amargo ya lo sabíamos, no? Por suerte, tienes tiempo de encontrarle tu punto de azúcar... ;).

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  4. Gracias, Cos! me alegro de que llegue lo que escribo y entiendo la envidia sana. Estoy teniendo mucha suerte porque la gente con la que estoy compartiendo la experiencia, como en la ruta, está haciendo que todo sea más fácil. Un besote!

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  5. Joe Sara, que increíble la entrada, la experiencia... todo!
    Hay casas diferentes, porque hay gente que aun se considera digna y hay gente que ha desistido y se ha abandonado a la desidia.
    Hay veces que lo único que se puede hacer es dar la oportunidad de mejora, el aceptarla o no es cuestión de cada uno (por mucho que no entendamos los rechazos).
    Un beso enorme y sigue escribiendo!! :D

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  6. Hola Sara!! En primer lugar me alegro enormemente de esta etapa que estás viviendo porque estoy convencido que te va a enriquecer como médico. Leyendo tus palabras (me encanta el ritmo con el que escribes!!)me entristezco al comprobar lo diametralmente opuesto que singnifica "necesidades basicas" aquí por estos lares, donde cobramos más de 50 euros al mes. Lo sé, caemos de nuevo en demagogia barata, claro, pero la contraccion de mis músculos erector pilli de mis antebrazos mientras leo este post me produce sensaciones raras...
    Un fuerte abrazo de tu tutor estival (con permiso de E.R.A, je je)...el PAC no te olvida!!

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  7. Gracias Dr. Stuart Fitz-Jones, me halaga mucho saber que transmito lo que veo. Es difícil asumir ésto y no sentir la contradicción o una cosa rara en el estómago. Otro abrazo grande para tí, yo tampoco me olvido del PAC :)

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