lunes, 15 de noviembre de 2010

Desconexión

Del medio. Del medio habitual. Del escenario. De los personajes.  Del ritmo y la cadencia de las cosas. De  los días a días. De las guardias. De cierta perspectiva de la medicina. De la parte objetiva. Veo el facebook, esa herramienta maldita, y me recuerda que, aún teniendo la sensación de estar sobrevolando mi propia existencia en estos meses, hay una cuerda que me mantiene con los pies fijos en el suelo. Muy a pesar de mis pesares.

Y tengo la sensación de un abismo. La sensación de la distancia real que hay en kilómetros de aquí a Cáceres. Lo que me va a costar volver, no se puede medir. Adaptada al ritmo, a las nuevas rutinas. Al sol y al calor. A los árboles llenos de jacarandas tiñendo de lila el paisaje. Y al mate. Me queda lejos cuando alguien menciona estar de guardia. Cuando veo en las fotos que la gente ya va con abrigo. Del cambio de hora.

Aquí los días cada vez son más largos, caminando pasito a paso hacia el verano. Y pensar en las noches de las cinco de la tarde en España me hace sentir un vacío en el estómago. La lluvia y el frio. Se acabó llevar los pies al aire.

Este año me salto el otoño y llegaré de cabeza al invierno. Al diciembre de finales y principios.

Las diferencias, inevitables, de este nuevo escenario y personajes de estos meses me han hecho rebuscar en mi esencia, repararle las heridas y reencontrarme en cierta forma.

"Lo esencial es invisible a los ojos", dice El Principito y aquí estoy teniendo tiempo de precisamente eso, de buscar lo esencial a través de los ojos y las vidas de otros.  Mezclarlo con lo mio y agitar fuerte. A pesar de su invisibilidad, el tiempo lento del que hablaba en el otro post, deja el hueco para justo alcanzar a verlo. Mirando y saboreando. Compartiendo y formando parte.

De los viajes en colectivo. De las mañanas en Ciudad de los Niños. De las mujeres y niños. De que sus caras ya me son familiares. Y sus nombres también. De que los saludos son con algo menos de desconfianza. De las chicas del dispensario. De cada una de ellas y sus formas de ser y sus vidas. De los criollos.  De los talleres y los afiches para los talleres. De Dani, estudiante de nutrición (y artista), y de los ratos que compartimos en el dispensario y fuera de él. De los momentos de ocio. De los lugares lindos a los que me llevan Mauri, Hernán y Mónica. De las meriendas que nos pegamos. De los buenos momentos. De los paisajes insólitos y que te dejan sin habla. De sentirme pequeña en la inmensidad.

Todo eso me mantiene lejos de donde venía. Mentalmente desconectada. Y me permite recuperar las ganas. Hiperestimulada e hiperactiva. Percepción al cien por cien. Me permite interesarme por cosas que, en el día a día normal, no tengo tiempo ni de saber que existen.

Y estoy dejando mi vena artística fluir. No solo escribiendo. Planificando manualidades. En los talleres organizados por nosotros para la creación de juguetes por parte de las madres que favorezcan el desarrollo de los niños. Aprendiendo a usar la gomaespuma y la goma-eva tan bien como sabe la Fer, otra artista a parte de ser la odontóloga del equipo. A mí eso también me enriquece. Aunque a alguien no le pueda parecer.

Este tiempo aquí no es solo medicina. Es mucho más. Y no reniego de mi rutina previa y la que seguirá siendo a mi vuelta. En absoluto. Amplio horizontes. Aumenta el peso de mi mochila de la experiencia. Y me abre los ojos un poquito más.  Y me cambia la perspectiva. Consiguiendo una panorámica de 360º.

Desconexión que me hincha los pulmones y me los oxigena para poder bucear. Durante un tiempo largo y sin miedo al oscuro de la profundidad.

1 comentario: